domingo, 1 de abril de 2012

Las voces y la distancia

¿Como de cercana se puede sentir una voz que no tiene aun expresiones faciales en nuestra mente? Últimamente no puedo hacer más que quitarme el sombrero ante la vida y sus creaciones por la distancia que no se siente como tal. He experimentado en el  último año una variopinta diversidad de voces y tonalidades, de expresiones de bullicio y también, porque no, voces de soledades.

Están aquellas voces que empiezan susurrando y amando. A veces, con el transcurso de los años, estas voces desarrollan una afonía a la dulzura, se quedan mudas en cariño y escasean en saber cómo decir lo básico. Es curioso ver lo físicamente cercanas que a veces las tenemos, mientras que los susurros van entrando en números rojos. Esas voces que antaño fueron intimas y hablaban bajito, se pueden transformar en unos meses en desatinados gruñidos. Llegan a ser arcos con insultos por flechas. Llegan a tener quejas por verdades. Voces que viven bajo nuestro techo y estando a un milímetro de nuestra piel caminan sin embargo a mil kilómetros del corazón. Después llega el día en que las voces salen por la puerta para no volver más, y como última nota musical pueden añadir a su tono de voz, la sinfonía de un portazo. Es curioso ver como si hay perdón en nuestra alma, con el tiempo, estas voces vuelven a sentirse cercanas, aunque los cuerpos de sus dueños estén bien lejos.

Existen también las voces del cariño de los compadres y las amigas. Todas esas voces vienen con distintos sabores intelectuales y amorosos. Son voces cargadas de años sabios o voces que comparten nuestra fecha de nacimiento. Están aquellas voces que te prestan su risa aunque no te prestan su intimidad. Hay otras que te regalan la cercanía de lo práctico y la compañía de lo discreto. Las hay de cuerpo e intimidad presente. Existen de cuerpo presente y sueños compartidos lejanos. Y de vuelta a la paradoja, están aquellas voces que tienen tinte de familia del alma y que estando incluso en distintos continentes las sientes a tu vera. Yo tengo un par de esas voces atesoradas en mi ser y me siento afortunada. Ahora me daré el gusto de ser aun más personal, aunque mi voz sea el teclado: Te amo Inma, hermana del alma que vives en África.

La voz de mi padre que vive tan lejos. Cuya voz a veces me lleva a la desesperación, por estar llena de consejos sabios no requeridos,  sin embargo otras veces me provoca la ternura inmensa e inexplicable que solo puede existir entre un padre y una hija. Es un intercambio de voces cómplices, que crean años de batallas compartidas, años de comprensión e incomprensión, para finalmente aceptar la voz de cada uno como es, tal cual y desnuda.

A veces las más lindas son las voces por descubrir, aquellas que a la par son eso, una voz y una ausencia. Algunas de esas voces de rasgos aun desconocidos pueden hablar su verdad con una sinceridad mayor que muchas voces cercanas no se atreven a expresar…. La vida regala voces que son como caminos a explorar y ese es el sueño del realista confundido…. A veces las voces lejanas con sabor a futuro nos ayudan a sanar las heridas que crearon las voces del pasado.

Pero a algunos aun nos quedan muchas más voces por vivir: las voces juguetonas de los hijos que aun no han llegado, la voz de la anciana que igual llegare a ser y la del anciano que espero comparta mi amor, las voces de un mundo donde exista la paz y donde la gente sea consciente y responsable por sus sentimientos, las voces de la igualdad social, las voces de un mundo que evoluciona y de una madre tierra que se sienta en calma.  Incluso el maullido dulce de mi cuadrúpedo peludo favorito es una voz por descifrar. 

Por todo esto hoy he decidido caminar por la vida susurrando, riendo o callando.

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